¿QUIÉN REPRESENTA A LOS ESTUDIANTES?

La mediocridad se apodera de los centros de educación y el comunismo hace mella en otra nueva lucha de clases: los vagos contra los estudiantes

De nuevo, en otra maravillosa ocasión educativa, apreciamos la prostitución de las huelgas. Mientras hay gente que se queda sin nada, sin trabajo y sin su poder adquisitivo como consecuencia de los despedidos que llevan a cabo las grandes empresas, no en vano aprovechan para ‘regularizar’ su situación de beneficios; otros, insultan la inteligencia al llamarse estudiantes, se dedican a dormir, vivir experiencias a lo 68′ y a acumular batallitas para contar a sus nietos.

La ocupación del espacio público

La ocupación del espacio público

«¡Ayer licenciada, hoy graduado [sic], mañana precariedad!»

La Universidad de Valencia, la de Barcelona, la Autónoma de Bellaterra, etc. se han visto sitiadas por un grupo minoritario que pretende someter bajo su yugo a todo el sistema educativo. El curso pasado, el 2007-2008, ya se llevaron a cabo protestas contra el plan Bolonia. En el intento de ocupar Bellaterra, los manifestantes fueron desalojados por los cuerpos de seguridad del Estado. Por lo visto, en este curso académico no se ha querido desalojar a los manifestantes. Algo debe esconderse tras los rectorados pues esta situación perjudica a toda la comunidad estudiantil y a la imagen de tercer mundo que da España dentro de Europa.

Algunos rectores se sienten presionados por manifestantes pero también por profesores que lloran y se quejan por la anulación de su licenciatura, como el caso de Teoría de la Literatura y Literaturas Comparadas de la Universidad de Barcelona, profesores que criticaron cruentamente a la Excma. Decana de la Facultad de Filología hasta el presente año 2008, la Dra. Montserrat Camps. Las arengas contra ella en las aulas de algunos de los profesores de esta licenciatura eran desmesuradas e incomprensibles. La cuestión trascendental es si los rectores van a dar cuerda a una situación que empieza a alarmar no por las razones de lo que reivindiquen sino por el mimetismo que la mediocridad posee para expandirse entre sus iguales. Ahora se ven afectados centros de secundaria por este ambiente viciado por las manifestaciones de los sublevados a la cultura.

Lo que no puede aceptarse es que los representantes de un sector de juerguistas y de vividores en sus años de ‘papá me lo paga todo’ tengan que manipular y gobernar la vida de estudiantes que se forjan un futuro con el sudor de su inteligencia y la lucha de sus padres. Si se miran las imágenes podremos observar sin gran detenimiento qué grupo es el que se manifiesta, y por deducción, quienes son los que estudian y se labran un camino. Los estudiantes deben estar representados por el Rector, quien ahora mismo no los representa; por el Decano, quien tampoco lo hace; por los delegados, que no sirven para nada; pero no por las asociaciones de estudiantes que son solo representantes de los manifestantes y de acólitos poco instruidos que ven lucha de clases por doquier y acatan como buenos perros adiestrados consignas que sólo saben repetir porque ni entienden.

Pero la prostitución del derecho de huelga no viene sólo de la mano de unos pocos faltos de instrucción; sino que, de muchas instrucciones que llevan a cabo, viene de la mano de uno de los poderes del Estado: el poder judicial prevé una huelga. Esto es lo más alucinante que se podría imaginar. ¿Quién se imagina a Zapatero cruzado de brazos, con los carrillos turgentes, y de morritos porque Sarkozy ya no le llama, u Obama que no le escribe, o porque no le aceptasen los presupuestos? Sobre el poder legislativo no se puede hacer la misma ironía porque de facto, aunque no in iure, ya hacen sus huelgas con el acusado absentismo político que existe en los plenos del Congreso de los Diputados.

Todas esas personas del pleno también prostituyen la política, la sociedad y el Estado. Con la cantidad ingente de parados que hay que irían todos los días al Congreso a escuchar por el deslumbrante sueldo de 6000 euros, como poco el portero de las Cortes, tenemos que estar votando a estos holgazanes de ‘sus’ señorías. Habría que gritarles a todos, de todos los colores: ¡Por qué no se van, señorías!, ¡Váyanse, señorías! Y que dejen paso a los que quieren estudiar, trabajar justamente y a los que desean llevar a este país a un lugar digno, honroso y merecido.

REDACCIÓN

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